jueves, 22 de julio de 2010

el amor


Juntos habéis nacido y seguiréis así para siempre,

Aún cuando las blancas alas de la muerte disipen vuestros días,

y juntos, también, en la memoria de Dios.

Mas permitid que haya espacios en vuestra unión, y dejad que los vientos dancen entre vosotros.

Amaos el uno al otro, más no hagáis del amor una prisión: Es preferible que sea un inquieto mar entre las playas de vuestras almas.

Llenad el uno al otro la copa, mas no bebáis de una sola. De vuestro pan convidaos, empero, no comáis de la misma hogaza.

Cantad y danzad juntos, y sed alegres, pero dejad que cada uno esté solo,

Como lo están las cuerdas de un laúd, a pesar de estremecerse con la misma música.

Ofreceos el corazón, pero que cada cual sea su fiel guardián, Porque únicamente la mano de la Vida puede contener vuestros corazones.

Y erguíos juntos, mas no muy próximos: Las columnas del templo se plantan firmes y separadas, y el encino y el ciprés no crecen uno a la sombra del otro.

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